Enseña Santo Tomás: «Todas las obras de caridad que podemos ejercer en beneficio de los demás suponen en nuestro prójimo una necesidad y en nosotros el deseo de remediarla bajo el impulso de la virtud de la misericordia. Precisamente la misericordia, que es acto interior de la caridad, nos mueve a ejercer la beneficencia que es su acto exterior más típico y característico» (Cfr. S. Th. II-II, 28 prol.)