Como todos los años, el Vicariato Latino de Jerusalén en Jordania organizó la peregrinación y la Santa Misa en el sitio del Bautismo del Señor (Al-Maghtas) el viernes próximo a la fiesta litúrgica del Bautismo de nuestro Señor.
Según las estadísticas oficiales participaron de la peregrinación unas 5700 personas, por lo cual Su Beatitud Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, dijo al comenzar la celebración eucarística: “Es una verdadera alegría que este Gran Santuario haya quedado pequeño, en comparación a la cantidad de personas que hoy están presentes”.
Como es costumbre, las autoridades eclesiásticas fueron recibidas por las autoridades del parque arqueológico del sitio del bautismo, también los Scouts los recibieron con el tan distinguido y típico colorido de sus banderas e instrumentos, y, como no podía faltar, el pueblo fiel que los recibió muy calurosamente.
En la rueda de prensa, SB Mon. Pierbattista se refirió al deseo de poder terminar las obras del santuario lo más pronto posible, así como también, la posibilidad de una presencia permanente de religiosos que velen por la atención espiritual del santuario. Animando a los peregrinos a venir y realizar allí jornadas y retiros de oración.
En consonancia con ello, Monseñor Nicholas Hudson, obispo titular de Saint Germain, y encargado de la peregrinación anual de la “Coordinación de la Tierra Santa” a Jordania, decía acerca de este lugar santo del Bautismo de nuestro Señor: «Regresaremos a nuestros países llenos de alegría y renovados espiritualmente, y aconsejaremos a todos los fieles y obispos que hagan de la peregrinación a este lugar santo una prioridad».
En la homilía de la Santa Misa Su Beatitud se refirió al evangelio proclamado del bautismo del Señor según san Mateo, distinguiendo dos partes ligadas entre sí por la respuesta de Cristo: “es necesario que así se haga para cumplir toda justicia”. En la primera parte del evangelio, hacía notar Monseñor, San Juan Bautista le dice a Jesús que no es Él el que necesita de su bautismo de agua sino mas bien el mismo bautista el que necesitaba de Su Bautismo de Espíritu, según correspondería a la verdadera Justicia (en el sentido de justificación o productora de la verdadera salvación, ya que el bautismo del bautista era solo de conversión).
En la segunda parte del evangelio, continuaba Su Beatitud, “se deja ver la Teofanía de la Trinidad que manifiesta a Cristo como el Hijo muy amado, Teofanía que Lo manifiesta como el Mesías, como el “Enviado” para Justificar, sabiendo que la Justicia de Dios es también misericordia. Porque el “Cumplir toda justicia” implica la Gran Obra de la Misericordia Divina que ha querido que Cristo se hiciera hombre para salvarnos y redimirnos de la esclavitud del pecado. Por eso “Hoy al renovar nuestras promesas bautismales, proclamamos que así «conviene que se haga» al Espíritu Santo, para que podamos ser nuevas criaturas, decidiendo vivir en el Espíritu y no en la carne, practicando la caridad, la misericordia, la paciencia y el perdón en nuestras familias y comunidades”.
Durante la celebración muchas personas aprovecharon para acercarse al sacramente de la confesión.
Para todos aquellos que tuvimos la inmensa gracia de estar presente, pudimos ver la gran multitud de fieles que manifestaban su fe, pero, por sobre todo, pudimos contemplar, aunque más no sea, una minúscula parte de esa inmensa obra de la gracia que permanece siempre oculta en estas grandes manifestaciones de Fe pública.
Agradecemos a todos los que colaboraron silenciosamente en la organización de esta gran celebración: las autoridades, las fuerzas de seguridad, la familia Muasher, las autoridad del parque arqueológico, los scouts, el equipo de liturgia, el coro, los sacerdotes que se ofrecieron para confesar, los que concelebraron y los que participaron con sus respectivas parroquias; nuestra Familia religiosa del Verbo Encarnado que tendrá la cura pastoral y espiritual de este santuario y tantas otras personas que, con su trabajo, su colaboración y sus oraciones hicieron de esta santa misa una verdadera fiesta-anticipo de la liturgia celestial que un día participaremos en la Gloria Eterna.