Por el Misterio pascual hemos sido sepultados con Cristo en el bautismo, para que vivamos una vida nueva. Por tanto, renovemos las promesas del santo bautismo, con las que en otro tiempo renunciamos a Satanás y a sus obras, y prometimos servir fielmente a Dios en la santa Iglesia católica.

(Ritual de los sacramentos)

El bautismo de Juan fue una preparación inmediata del bautismo de Cristo (Mt 3, 11); aquel bautismo debía mover a los pecadores a penitencia obrando así la remisión de los pecados. Sin embargo, como manifiesta el concilio de Trento expresamente: el bautismo de Juan no tenía la misma eficacia que el bautismo de Cristo (Dz 857) y explicita Santo Tomás de Aquino: (el bautismo de Juan no confería la gracia, sino únicamente preparaba para ella (cf. S.th. III 38, 3).

Cristo mismo hizo que Juan le bautizara en el Jordán (Mt 3, 13 ss) y dio a sus discípulos el encargo de administrar el bautismo (Jn 4, 2), explicó a Nicodemo la esencia y necesidad del bautismo (Jn 3, 3 y 5) y antes de subir al cielo ordenó a sus apóstoles que bautizaran a todas las gentes (Mt 28, 19); Jn 3, 5: «El que no naciere [Vg: renaciere] del agua y del Espíritu [Vg: del Espíritu Santo] no puede entrar en el reino de Dios»; Mt 28, 18 s: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; id, pues, enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo»

El bautismo recibido válidamente imprime en el alma del que lo recibe una marca espiritual indeleble, el carácter bautismal; y por eso este sacramento no se puede repetir (de fe; Dz 852, 867).

La celebración del bautismo suele realizarse siendo niños pequeños. En ese caso, los padres y padrinos realizan una serie de promesas en nombre del bautizado. Si el bautismo se recibe más mayor, es el propio bautizado quien realiza las promesas.

En ambos casos, al ser el bautismo un sacramento que se realiza una sola vez. Esas promesas realizadas son lo suficientemente importantes como para ser recordadas y renovadas. De allí que la Iglesia propone cada año en la liturgia de la Vigilia Pascual, hacer la renovación de las promesas del Bautismo.

Por encontrarnos en el mismo lugar donde nuestro Señor fue bautizado por San Juan Bautista, siendo que, como declaran los Santos Padres al hablar de la intención de Cristo de acercarse a las aguas del Jordán:

Nuestro Señor, sumergiéndose en las aguas del rio, las santificó, las purificó y las hizo fecundas para que pudieran luego, con la fuerza del Espíritu Santo, ellas santificarnos, purificarnos y darnos a la luz de la vida sobrenatural, en el Bautismo cristiano.

Por esta razón si quieres renovar las promesas bautismales AQUI, donde nuestro Señor Jesucristo fue bautizado y donde santificó, purificó e hizo fecundas las aguas del Jordan, sean que vengas con un guia o un grupo personal, pónte en contacto con nosotros.

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