«El que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, os digo que no se quedará sin recompensa»

(Mc 9, 38-43)
Enseña Santo Tomás: «Todas las obras de caridad que podemos ejercer en beneficio de los demás suponen en nuestro prójimo una necesidad y en nosotros el deseo de remediarla bajo el impulso de la virtud de la misericordia. Precisamente la misericordia, que es acto interior de la caridad, nos mueve a ejercer la beneficencia que es su acto exterior más típico y característico» (Cfr. S. Th. II-II, 28 prol.)

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